viernes, 11 de febrero de 2011

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Estuve ausente, mi mente estuvo en una especie de pausa, me resistí tantas veces  a volver a escribir, me dije a mi mismo “mi inspiración se agotó”; no precisamente por falta de palabras, ellas están en mi cabeza, al igual que tu.

Hace tanto tiempo debiste salir de ahí, que obstinada,  pero, debo seguir, y comenzar  a reconstruir esta historia, en esta ocasión se escribirá sin ti, hasta ahora no había pensado hacerlo, mi terquedad me lo impedía, hoy ella me lo pide, y  yo lo necesito, así que lo haré; y no voy a prometer nada, las promesas incumplidas han sido parte de mi repertorio.

En lo adelante escribiré sólo al amor, a ese que mientras piensas en no llamarla hace que tus dedos solitos vallan al teléfonos y marquen su número, te hace inventar historias, preguntas, agendas, sólo por escucharla, incluso le pides que cante (aunque desentone más que un clarinetista novato), te atreves a esperar  horas, respondiendo: ¡no te preocupes, te espero!.

En ocasiones escribes para llamar su atención, amanece, y su atención estuvo en otro país, si, ese que parece tan lejos y difícil llegar, te haces el ofendido, ella la desentendida; de manera que me empuja a pensar si realmente vale la pena, me alejo por un tiempo, pero mi corazón continua cerca, alrededor de la historia hay tantas actrices que les gustaría ser parte de ella, pero no pueden ser tantas las protagonistas, exclusivamente una, y creo que nosotros no somos quienes las elegimos, deberíamos preguntarnos si la historia realmente nos pertenece, o únicamente somos actores en ella, que expresan amar, llorar, escuchar, sonreír.

Todos decimos querer amar, ser amados, regresar a casa y ver a esa persona que hace que tu corazón y músculos recobren fuerzas, vivir bajo un mismo techo, estudiar juntos, orar juntos, cocinar juntos, despertándose uno con el otro, bien temprano, atacándose para que uno salga del baño; en las noches “peleando” por la computadora; a veces esperando afuera de la casa porque a uno de los dos se le quedó las llaves, o en esas madrugadas donde se enferma, y hay que salir corriendo y regresar abrazados, algunos dicen que sería divertido, otros prefieren correr.

Tu y yo no queremos correr, hasta encontrarnos, te paras en la ventana y vez cuantas atletas desean hallarte e invitarte a correr con ellas,  pero luchas, te esfuerzas, te niegas, pues quieres encontrar a tu atleta, aquella que correrá rápido cuando aceleres, pero es sensible para bajar la marcha si tropiezas, y continuar, siempre juntos, con sueños compartidos, imagines imborrables, corazones que persiguen una misma meta, ojos misteriosos, eso somos.

Pensaras que estoy hablando de ti, perdóname ya no es para ti, son para ella, ahora sólo espero que ella haya entendido, y que me escriba, le he pedido que lo haga. Y ansiosamente la espero. Sopas Perico!!!!!

Abraham Rivera

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