Tus mejillas tan suaves como el algodón que limpian mis pensamientos, sacan lo feo y ponen melodías nuevas; y así, recordar aquella frase de aquel escritor: “Maktub, cuando las cosas están escritas, cómo evitarlas”.
Ahora, honestamente estoy tranquilo, me esfuerzo día tras día por “decirte adiós”, como diría Joshua Harris; trato de analizar cada una de mis palabras, creer y valorar mis convicciones, no puedo creer algo y vivir contrario a ello, pero indiscutiblemente me marcaste, hay marcas que duelen por lo que son en sí mismas, y hay otras que duelen porque, al verlas sabes que podían ser evitadas, pero están ahí, y nunca me avergonzaré de que tu las hiciste.
Abraham Rivera
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