Ya en mis ojos no hay lágrimas… ya encontré la fe en mi corazón... Esa que hizo que llenara mi carpeta de versos para ti… esos que reflejan cada suspiro que produces... estaba escondida, con voz tenue, manos sudorosas… ni la reconocía… decidí conversar con ella, explicarle que la necesito…
Me reveló sus motivos… le hablé de los míos, y pude convencerla… ahora somos uno… y la traigo de manos…
Hablamos de nuestros nuevos planes… le recordé que cada día sigues estando en mi mente, que aunque en ocasiones he renunciado, no puedo dejar de pensar en ti, en esos ojos negros… inigualables… de incalculable valor para mi, que me llenan de calor en esas noches de frío… ella sonrió… y me dijo…que necesitaba ese espacio… ese tiempo que todos necesitamos para encontrarnos… conocernos mejor y madurar…
Hoy mis pasos son diferentes… un solo día… por más simple y corto que parezca puede producir cambios significativos, yo tuve muchos de ellos… y recuerdo…
Reconozco que en ti reafirmo mis pies… sigues siendo mi meta, lugar y persona en la que podré descansar... como diría Lola tengo razones suficientes para llevarte en mi corazón…
Abraham Rivera.
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