Que has ganado una batalla cuya existencia te era ajena, | - sigiloso encanto de los que saben callar y con ello ser bueno para sus primeras conversaciones- | tú que tienes su corazón, mi rival… mi enemigo público sin culpa alguna, duerme y camina como un rey entre los hombres, no por quien eres, sino, por quien te acompaña, que te sueña en las noches y te ama en las mañanas, envidia de nosotros los moribundos.
Tienes en tus manos mi más preciado tesoro, digo mío por lo que siento, no por lo que siente ella, de otra manera no estaría escribiendo estas líneas para ti, sino, un nuevo poema para ella.
Tú que tienes su corazón y con él la aprobación a una invitación cualquiera, sorpréndela, le gustan las comidas exóticas, cenar a la luz de la luna y un buen vino, ¿sabes de su pasión por la luna? imagino te ha hablado de la playa, ¿cuántas veces la has llevado? ten coraje amigo mío pues los prejuicios no pintan tu historia, afortunado, mi rival inventado.
Te hablo a ti, que tienes su corazón… ¿te emocionas cuando recibes sus llamadas y lees sus mensajes? ¿te has detenido a leer sus escritos; la has llamado en las mañanas sólo para escuchar su voz? ¿te has sentado intencionalmente a escuchar de sus problemas, por simples que parezcan? Ella en su naturaleza se siente fuerte e independiente, pero necesita cuidado; esa es otra manera de decir te amo, tienes su corazón no lo olvides… fuiste bañado por la gracia de los antiguos dioses… si, ya sé, no necesitaste mis consejos para llamar su atención y conquistarla, ni los necesitas ahora que gozas de su amor… pero así como las poesías un día cansan, también el silencio, amigo mío…
Abraham Rivera